Holly Black se estrena en la novela para adultos con esta obra que es pura escuela Black. Personajes que se mueven en grises, donde el bien y el mal comparten y cruzan fronteras, obligando al lector a tomar posiciones que se vuelven contra él a los pocos capítulos.

Charlie Hall es un ladrona, aunque ya no quiera serlo, porque la realidad es tozuda y se empeña en recordar a esta veinteañera con problemas de autocontrol que lo suyo es robar y engañar. A pocos se les da tan bien como a ella.

Los umbristas, los que tienen las sombras avivadas y con las que podrían hacer el bien, pero prefieren usarlas para asuntos superficiales, en pocos casos, y para asuntos contrarios a ley, la mayor parte del tiempo, cuentan con Charlie para conseguir llegar a donde ellos no pueden.

Porque Charlie es ladrona, y se le da muy bien además encontrar los libros que otros no desean que sean hallados.

Pero Charlie ha decidido pasar página, ser feliz con su último novio, que hasta la fecha y para sorpresa de nuestra ladrona, no parece que vaya a ser un mal tipo, y cuidar de su hermana pequeña. Una vida tranquila, sin expectativas, pero donde el riesgo de morir se ve reducido de forma considerable.

Hasta ahora.

Una serie de cadáveres están apareciendo por la ciudad, y la pinta que presentan no es haber pasado a la otra vida a manos de un ser sin sombra avivada. No, estos cuerpos han sufrido saña y son un mensaje claro: el asesino quiere el Liber Noctem, el libro que guarda un secreto que no debe salir a la luz.

Pero claro, si Charlie Hall está por medio, lo que es seguro es que encontrará el libro prohibido, y de paso se cobrará una venganza pendiente…