Empecé a leer este libro de Jöel Dicker un par de meses después de haberlo comprado por impulso. No sabía ni que habían hecho una serie hasta que llegué a casa con él. Pensé que sería una coincidencia, un mensaje, y que sería bueno leer el libro antes de zamparme los capítulos.
El argumento es simple: alguien mató a la joven Nola Kellergan en el verano de 1975 y en 2008 Marcus Goldman, amigo y pupilo de Harry Quebert, está empeñado en descubrir la verdad. La que exculpe a su maestro del asesinato de la chica.
Con esta premisa arranca un libro que desde mi punto de vista habla de jaurías y de silencios. En una pequeña comunidad de New Hampshire llamada Aurora los encantadores y acogedores vecinos no son lo que parecen. Detrás de la educación y cortesía muchos pueden ser lobos que se alimentan del callar de otros.
Y en estas se encuentra Goldman, que buscando la verdad sobre lo que que pasó con Nola, se encuentra destapando secretos de unos y de otros de forma tan bien llevada por Dicker, que si en un capítulo de repente te encuentras diciendo: «Ajá, aquí esta el asesino», en el siguiente se te queda cara de sorpresa al ver cómo resulta ser un angelito.
Es una novela policíaca basada en una historia de amor. El amor de Harry por Nola, de Nola por Harry, pero también de otros personajes que, en nombre del amor y de la lealtad, demuestran ser unos auténticos demonios.