
He esperado a terminar la trilogía de «El Profeta Blanco» de Robin Hobb para escribir las reseñas, y he tenido que esperar 24 horas tras el final de la tercera parte hasta que se me ha pasado el sofoco de la emoción.
Empecemos por el principio: Robin Hoob es una de las mejores cosas que nos ha pasado a los amantes de la literatura fantástica, así de claro. Sus perfiles, sus escenarios, su capacidad de enlazar sin que nos perdamos (y eso que para entender algunas cosas te irá fenomenal si antes te has leído la trilogía de «Las leyes del mar» (tengo pendientes sus reseñas, lo sé) y, por supuesto, tienes que haber pasado antes de llegar aquí por «La trilogía del Vatídico» (esta mujer te obliga a leerte las historias de tres en tres y consigue enganchar en todas ellas)
Al grano, en la Trilogía del Vatídico se monta un lío que no veas cuando aparece Traspié Hidalgo, hijo bastardo del Rey a la Espera Hidalgo, que como es educado y pasa un poco de la corona aprovecha la oportunidad para decir hasta luego Mari Carmen me voy con la parienta al campo y paso de gobernar. La que se monta con esta decisión da, como os decía, para tres libros de la trilogía que os comento.
El tal Traspié Hidalgo (aka Tom Mechatejón) acaba tan cansado de las cosas que le obliga a hacer Hobb en la del Vatídico que se va también al campo durante varios años a encontrarse con la naturaleza y pasear con su lobo y a cuidad aun niño que le endilga una juglaresa para que tenga con lo que entretenerse (no puedo contar más sobre este tema). La paz se acaba para Traspié cuando su querido amigo el Bufón y el enrevesado Chade van a buscarle para que les ayude a encontrar al príncipe Dedicado (lo de cómo llega al mundo esta criatura es tela fina) que resulta que es Mañoso como él (aquí hay tomate) y también tiene la Habilidad.
Mañoso: tiene especial contacto con los animalitos y puede enlazarse con uno en plan pareja mental. Esto puede ser peligroso si no te explican cómo va el tema.
Habilidad: hablas con tu prima usando la mente y en algunos casos puedes hacer que las personas crean cosas que no son reales, manipulación en primera línea de playa.
Picazos: los malos de este libro, son Mañosos resentidos, en plan Ángeles del Infierno pero ligados a gatos, perros, pájaros o lo que toque en el reparto.
Bien los picazos son lo peor y le hacen el lío al joven que se vuelve un poco loco y se enamora de una gata que no es gata del todo. Como no le han educado bien, se larga pensando que se escapa pero en realidad lo que le han hecho es secuestrarlo.
Traspié y su amigo bufón tienen que ir tras él todo el rato, como unas 700 páginas de ires y venires acompañados de Ojos de Noche que tal y como yo me lo imagino debe de ser el lobo más bonito del mundo, así como que te entran ganas de adoptarlo como mascota porque es sabio y es bueno, además de ser de lo más sensato y práctico gracias a que no vive en el carrusel de emociones de Traspié/Tom.
En definitiva, La misión del Bufón acaba siendo el trabajo duro de Traspié, que parece que no sabe decir que no a nada que implique complicarse la vida.