Cuatro años llevaba este libro en una de las estanterías esperando a que lo abriese. Se había ido quedando atrás, agazapado y a la espera, empujado por varios volúmenes de Brandon Sanderson que se hicieron con la frontera de la balda a fuerza de peso y tamaño.
Esta pequeña edición especial décimo aniversario de Debolsillo, en fin, encontró su momento para mostrarse ante mí cuando en un arrebato tipo Marie Kondo, me dio por ordenar los libros en plena crisis pandémica de confinamiento en la era I del Imperio de Covid-19.
La catedral del mar es, sencillamente, una obra para disfrutar de la escritura de Ildefonso Falcones y de sufrir con las desventuras de Arnau Estanyol a lo largo de su vida. Varias décadas que se ven acompañadas por un recorrido por parte de la historia de Barcelona y la construcción de la iglesia de Santa María, la catedral del mar.
Es también una historia de amor y de redención. De muerte y de gloria. Pero, sobre todo, es una historia sobre la capacidad del ser humano para ser la mejor y la peor versión de sí mismo.
Arnau, un bebé salvado de una muerte segura por su padre, acaba viviendo -¿sobreviviendo?- en una Barcelona que basa su fuerza en el comercio por mar. Durante varios años son acogidos en casa de su tía a cambio de una vida de esclavitud hasta que, por una serie de circunstancias que no voy a desvelar porque, mira, sufre tú también leyéndolo, Arnau acaba trabajando como bastaixo, descargando la mercancía de los barcos que llegan a Barcelona. Ese será el inicio de una vida que lo llevará a ser soldado, cambista, cónsul…y hereje. Y, a lo largo de los años lo acompañará, de uno u otro modo, la figura de varias mujeres que, a su manera y alrededor de Arnau, buscan su lugar en un mundo que las consideraba seres inferiores. Mujeres que aman, odian, traicionan y salvan. Mujeres que condenan y mujeres que absuelven. La vida. En fin.
Es, también, una historia sobre la fe. Sobre creer en la capacidad humana para la bondad, creer en algo que nos supera (aquí representado por la imagen de la Virgen), creer, aquí hay parte del trasunto, que las personas que amamos no pueden traicionarnos. La fe, como lector, en que la vida de Arnau es un viaje fascinante por una época en la que la vida, la muerte, los hombres, las mujeres y hasta la Santa Inquisición, son personajes de una historia que, si bien cambiando de escenario y de atrezzo, generalmente tiende a repetirse.