Hay astillas que se clavan en la piel y es mejor no mover. La herida puede ir a peor, puede clavarse aún más profundo.
Dos personas que hace un par de décadas fueron compañeros en un internado se vuelven a encontrar en una noche de cencellada en Urueña, un pueblo de la provincia de Valladolid.
Mateo es un crucigramista en horas bajas y Álvaro se ha convertido en un escritor de novela negra de éxito. Una llamada hace que el hombre de éxito acuda en respuesta de la urgencia de Mateo, podría haber dicho que no, pero Álvaro coge el coche y se acerca a este pueblo medieval para ver qué es lo que ha asustado tanto a su amigo.
Un internado en el que chicos que buscan su camino esconde uno de los peores secretos que puede guardar un claustro, hay un lobo que acecha a los más débiles y les roba la oportunidad de llevar una vida normal en un futuro.
Un librero extraño desea cambiar de aires, la fría Castilla ya no le hace tanta ilusión y está dispuesto aceptar una oferta irresistible por su negocio.
Una noche de cencellada en Castilla cobija a varias personas que buscan arrancarse de una vez esas astillas clavadas bajo la piel. Qué sucederá cuando empiecen a sacarlas es lo que ninguno de los implicados es capaz de calcular.
César Pérez Gellida nos regala con Astillas en la piel otro de sus thrillers (con su habitual punto sádico) donde lo que damos por hecho nos explota en la cara con sus giros inesperados, teniendo como un personaje más los escenarios en los que se mueven, matan e intentan huir sus complejos personajes.
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