César Pérez Gellida ha construido un universo propio en el que es fácil, muy fácil, quedar atrapado si lo que te va son personajes imperfectos buscando la perfección en su obra vital.
Te recomiendo que antes de adentrarte en Khimera leas sus dos trilogías previas (pendientes tengo las reseñas, pero me los leí hace tiempo y reconozco que tendría que volver a darles un repaso para no perderme detalles importantes en los comentarios).
Bien, Khimera es el resultado y objeto en un mundo que ya ha sido tratado en otras obras por varios autores: una devastación global que da lugar a una reorganización del mundo en el que el control se propone como alternativa al resultado de la libertad. Y es que parece que los escritores han descubierto que somos incapaces de no cargarnos lo que nos rodea, somos incapaces de tener una visión global de las consecuencias de nuestros actos.
Khimera es por tanto, un recorrido por un mundo dividido en sectores, repartidos entre varias corporaciones. Ya que los gobiernos demuestran siglo tras siglo que son incapaces, las grandes corporaciones se levantan como las salvadoras, organizadoras y repartidoras de la vida y la felicidad.
El bogatyr – figura rusa que habla de un héroe errante- es la excusa que este pucelano utiliza de forma magistral para llevarnos de la mano en la búsqueda de este personaje que para algunos es el salvador del mundo y para otros significa el final de todo lo creado.
Nota: A mí realmente me gustaría saber en algún momento el porqué de esta obsesión de este autor por lo ruso (algo que ya vimos en Versos, canciones y cachitos de carne y que continúa en Refranes, canciones y rastros de sangre)
Y buscando en Spotify he encontrado esta canción, «The bogatyr» que describe perfectamente el ritmo de la obra de Pérez Gellida
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