El movimiento «Gellidista» es imparable, en La suerte del enano César Pérez Gellida demuestra su capacidad para elaborar una trama que te engancha desde el primer momento. En esta ocasión ya no tenemos a Ramiro Sancho para que nos lleve a rastras tras la pista de algún zumbado con aires de grandeza, sino que es Sara Robles, pura dulzura y encanto (apréciese la ironía) quien se encuentra con un papelón de los gordos cuando Pucela (Valladolid) empieza a ser como un festivalillo donde desfilan unos cuantos muertos.
A la inspectora Robles parece que le ha mirado un tuerto desde el primer momento, entre que no va muy fina de su autocontrol ante cualquier maromo que se le cruce por el camino y que los muertos recorren la ciudad tiene tarea para rato. Obviamente no falta algún ruso al que enfrentarse (si no mete alguno en uno de sus libros parece que no es Gellida al cien por cien) y que como ya sabemos por lo que nos cuentan los libros son gente que se toma bastante mal que alguien intente hacerles el lío y robarles lo que consideran suyo.
En fin que un simple robo de una pieza del retablo de San Benito, obra de Alonso Berruguete que se guarda en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid (anotado viaje para 2021 – si podemos volver a viajar, claro está) desencadena una serie de consecuencias que sirven para que César Pérez Gellida nos demuestre, una vez más, que es uno de los autores que domina el género y la palabra.
Ah, y luego está lodelvino, porque César Pérez Gellida sabe beber vino bien 🙂