Nuestra pequeña Tenebra salió con vida de milagro de las arenas de ¿juego? de Tumba de Dioses sin perder el foco de lo que considera su plan en la vida: dar caza a la persona que acabó con su familia cuando no era más que una niña.

Mia Corvere es una asesina y una sanguinaria para la mayoría de los habitantes de Itreya, pero la opinión de los demás no es algo que a este pequeño cuervecillo le haya importado alguna vez lo más mínimo, así que ella lo suyo.

Con la ayuda de su eterno compañero en la sombra, Don Majo; su protector, amigo y casi padre, Mercurio; su amor asesino, Ashlinn; sus compañeros en la arena, los temidos Halcones de Remo; un pirata con sus propias cuentas pendientes con el gobierno de Itreya, y algún que otro nuevo miembro que quizás no se une por voluntad propia, Mia Corvere inicia el viaje para tachar todos los elementos de su lista de la compra:

Acabar con la Iglesia Roja.

Vengar la muerte de su familia matando a la persona responsable.

Intentar entender un poco mejor su sombra.

Acabar con todo el que se interponga en su sangriento camino de venganza.

De los tres libros de estas Crónicas de la Nuncanoche (Nuncanoche, Tumba de Dioses y Albaoscura), este es, de lejos el que más me ha gustado. Quizás porque los personajes ya están perfectamente configurados en mi mente, quizás porque Kristoff aquí se ha liberado de cualquier atadura y ha escrito (y descrito) la belleza y el horror del mundo en el que nunca hay noche completa de una forma brutal y detallista a lo largo de sus 830 páginas.

La edición de Nocturna eso sí, muestra alguna que otra errata, lo que es una pena porque desmerece el conjunto de este manual del tenebro asesino vengador.