Ley de Lobos – Leigh Bardugo

¿Cómo puede Ravka sobrevivir a la guerra para la que se prepara Fjerda? ¿Cómo puede un rey acabar con el monstruo que lo ocupa? ¿Es posible que una espía cumpla su venganza sin arrasar con las escasas opciones de paz que se presentan?

La segunda parte de la bilogía que comenzó con El Rey Marcado es un viaje desesperado por las tierras de Fjerda, Ravka y Shu Han. Nikolai Lantsov y Zoya Nazyalensky buscan por todos los medios aliados militares y económicos para defenderse del ataque que los lobos del norte llevarán a cabo más pronto que tarde. Es la hora de saber quién se pondrá de parte de un país que lleva tanto tiempo enlazando guerras que casi ni sabe disfrutar de la paz que trajo la muerte del Oscuro.

Ravka es pobre, y todos lo saben. La locuacidad e impulso del rey no van a servir para parar las balas así que hay que buscar opciones para poder, como mínimo, evitar el máximo número de bajas antes de que los fjerdanos se queden con todo.

En Shu Han tienen su propio drama con su reina, una astuta manipuladora con aspiraciones guerreras, que no está por la labor de que su hermanita querida se case con un perdedor, por mucha labia que tenga. Tiene sus propios planes que pasan por un arma secreta con la que pretende combatir a Fjerda cuando llame a sus puertas tras arrasar Ravka.

Es tiempo de descuento y hay quienes buscan saldar deudas o encontrar a los perdidos antes de que todo se vaya al garete. De deudas, de las que se firman con la sangre derramada del moroso, sabe mucho Nina Zenik que tiene una que piensa cobrarse aunque le cueste la guerra a sus compatriotas. Infiltrada en la misma Corte de Hielo, anda zascandileando entre los lobos mientras espera la oportunidad de destruir al líder del ejército.

La guerra es para los Grisha la misma pesadilla de siempre, el volver a enfrentarse a todos los que consideran sus habilidades como algo sobrenatural y maldito, el no saber cómo hacer ver que el poder sobre el viento, el aire, el fuego y la materia son dones que servirían para construir algo grande, para todos. Los Grisha, una vez más, son la excusa y el objetivo para empezar una guerra, para desvirtuarlos como objetos de uso y tragedia.

Hay un monstruo que quiere salir, un dragón que espera volver a batir sus alas, un antiguo maestro que quiere salvar, un príncipe que tiene la opción de elegir, una reina que sueña con la gloria…

Y un ladrón al que acudir cuando estás desesperado.

Por cierto, aprovecho para felicitar por la traducción de esta obra a Carlos Loscertales (creo que no se aprecia lo suficiente en el mundo editorial el papel que esos magos de la palabra juegan en el camino al éxito de los libros)

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