Poppy y el príncipe Casteel han llegado, por fin, a Atlantia donde esperan obtener el apoyo necesario para poder rescatar a Malik e Ian, ambos en poder de la Corona de Sangre. Pero un reino que lleva tanto tiempo aislado y cerrado en su odio a todo lo que tiene que ver con los Ascendidos no va a poner las cosas fáciles a nuestra pareja.
Penellaphe está llamada a ser la nueva reina de Atlantia. La sangre del Rey de los Dioses corre por sus venas, por mucho que se empeñe en negarlo (de una forma que en ocasiones me parece un poco infantil) tendrá que aceptar su destino. Sus poderes parecen despertar aún más al estar en tierra atlantiana.
Los wolven han reconocido en una nueva presencia a quien están llamados a servir y proteger.
Poppy y Casteel solo quieren recuperar a sus hermanos y esperan que su unión sirva para mostrar que las cosas pueden funcionar entre ambos reinos, y así evitar la guerra que llama a las puertas. Lo que no saben es que la guerra que intentan detener puede tener unos orígenes que ninguno podrá controlar
Porque el problema de la paz es que por lo general no suele convenir a todos los implicados.
En esta tercera parte que sigue a De Sangre y Cenizas y Un Reino de Carne y Fuego, Jennifer L. Armentrout nos desvela detalles sobre los orígenes de los Demonios, Ascendidos, wolven y otras criaturas dormidas largo tiempo que empiezan a despertar.
Y, como en los dos volúmenes anteriores, el libro dentro del libro con las clases prácticas del diario de Willa.